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Por Víctor Manuel Rocha Viaiz
La concentración de actividades políticas, administrativas y económicas en el Distrito Federal, convirtió a la Ciudad de México en una atracción nacional, enfrentándose históricamente a los fenómenos de la explosión demográfica y la excesiva demanda de vivienda, extendiendo su influencia hacia los municipios colindantes del Estado de México, generado fenómenos de suburbanización, metropolización y conurbación.
De esta forma se constituyó la Zona Metropolitana del Valle de México, conformada por 16 delegaciones de la Ciudad de México, 59 municipios del Estado de México y 1 municipio de Hidalgo, surgiendo los conjuntos habitacionales como respuesta a la demanda masiva de vivienda y para detener el crecimiento anárquico de la mancha urbana.
El tema de la vivienda es un asunto complejo. Las construcciones realizadas formaron conjuntos habitacionales con áreas reducidas por cada vivienda, se tratan de edificaciones con carencias en la calidad de vida. Es una problemática de carácter estructural, y ha estado determinada por la articulación de diversos factores. La ausencia de intervención del gobierno en la política habitacional, y la constante actividad inmobiliaria se traducen en la construcción de enormes conjuntos habitacionales en zonas periféricas alejadas de los centros de actividad.
El municipio de Cuautitlán no es la excepción, constituyéndose las unidades habitacionales como la modalidad de asentamiento de mayor importancia. El Plan de Desarrollo Municipal de Cuautitlán, señala que, al 2016, existen aproximadamente 36,866 viviendas edificadas y habitadas dentro del municipio.
El desarrollo de los asentamientos urbanos en unidades habitacionales del municipio se da principalmente en forma horizontal, con pocos conjuntos de vivienda verticales. Es común encontrar mezclas en las cuales la vivienda coexiste con otros fines, como puede ser el comercio, los servicios y en ocasiones hasta las industria, lo cual trae como resultado que la imagen urbana se vea afectada por los asentamientos humanos irregulares, consecuencia del crecimiento de la población y edificación, proyectando confusión donde no se distingue una limitación de fines.
Claudia Puebla Cadena, profesora de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, y especialista en urbanidad ha señalado que “además de la mala ubicación de estos fraccionamientos, no existen fuentes de empleo cercanas, lo cual implica que sus habitantes deban trasladarse a sus trabajos en otras áreas de la ciudad”.
El crecimiento desordenado de las ciudades, la centralización la actividad económica, y la falta de empleo, han ocasionado que sus habitantes tengan que buscar trabajo en zonas alejadas de las que viven, pues en el municipio no existen las oportunidades ni los servicios que se requieren, presentándose el fenómeno de “comunidades dormitorio”, pues sus habitantes trabajan en la capital y sólo llegan a descansar en la noche a sus hogares.
Cuautitlán está conformado por aproximadamente 36 conjuntos habitacionales al 2016, surgiendo la mayoría de ellos a partir de la década de los noventa.
El 70% de la población total del municipio se concentra en estos asentamientos, que por malas decisiones de los gobiernos, primero panistas y luego priistas, han acabado con las reservas naturales que antaño caracterizaron a esta región.
La gravedad de las consecuencias que implica el problema central se traduce en efectos negativos como el hacinamiento, la falta de prestación de servicios públicos básicos de la vivienda, una mínima relación entre el gobierno y sus habitantes, y la falta de espacios de empleo formal en la zona del asentamiento.
Dichas situaciones a su vez desencadenan y dan origen a otros efectos como afectaciones en las relaciones sociales; contaminación; traslados largos y costosos al lugar de trabajo, inexistencia de la autoridad; y el surgimiento de ciudades dormitorio, respectivamente.
El problema es originado por cinco causas: crecimiento de la población, migración interna (provocada por la falta de opciones de vivienda en otros lugares del país), la actividad inmobiliaria únicamente se realiza con fines lucrativos sin mejorar la calidad de vida de las personas (originada por la poca atención de los gobiernos en la política habitacional, y por las facilidades regulativas otorgadas para la autorización y construcción de conjuntos habitacionales), así como el otorgamiento de créditos de vivienda impagables (provocada por el alto costo de venta de la vivienda, y la contratación a plazos largos).
Reflexión final. La expectativa en la calidad de vida de la población cuautitlense no es prometedora a menos que bajo un gobierno progresista se fomente el establecimiento de consejos ciudadanos en materia de vivienda, tejiendo un puente entre autoridad y ciudadanos. Al estar integrados además por investigadores especialistas, se obtendrán opiniones y dictámenes objetivos que no respondan a intereses de facción, gobierno o empresa. Contando con la participación de organizaciones de la sociedad civil se logrará la inclusión que demanda un sistema democrático.
victorm_rocha@msn.com