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Aunque sus dos hijos siempre la han apoyado económicamente, Hipólita, de 63 años de edad, se dedica a recolectar envases de plástico en calles de este municipio para sacar un dinero extra, a pesar de que tiene prohibido andar sola al enfrentar graves problemas de salud tras las secuelas que quedaron después de una operación que le realizaron en la cabeza, ya que sufrió un accidente automovilístico.
Hipólita Juárez Santiago, viuda desde hace nueve años, con residencia en la colonia Ejido de Santa María Tulpetlac, explicó que desde hace años camina por las calles cerca de su domicilio, principalmente al interior del deportivo «Siervo de la Nación», recolectando pet, productos que recoge cada semana para después venderlos, quien además vende plantas naturales en macetas que ella elabora en un tianguis, esto con el objetivo de obtener sus propios recursos económicos.
“Aunque tengo dos hijos que viven conmigo, uno soltero y otro casado, quienes me ayudan económicamente, me gusta tener mi dinerito para luego no pedirles, ya que no puedo trabajar debido a que a veces me siento mal, esto me pasa desde que me operaron de la cabeza”, dijo.
Sentada en la banqueta con sus bolsas llenas de envases vacíos de refresco, Hipólita, nativa del estado de Oaxaca, relató que fue hace siete años que sufrió un accidente en la carretera cuando se dirigía rumbo a Puerto Escondido, en el auto donde viajaba con uno de sus hijos, el cual fue impactado por otro vehículo.
“Sé que estuve internada, desperté en el hospital, me sentía muy mal y aunque era peligroso, tuvieron que operarme. Me abrieron cerca de una ceja para que no fuera notoria mi cicatriz, afortunadamente salí bien pero tuve que estar mucho tiempo en reposo, aunque ahora sufro las secuelas, me duele la espalda, la cabeza y un pie, por lo que no puedo trabajar al cien por ciento, ya que en una ocasión quedé inconsciente tirada, creo que me desmayé”.
Al recuperarse un poco, dijo que comenzó a recolectar envases de plástico y fierros que encuentra tirados o en botes de basura, tanto en la calle como al interior del deportivo “Siervo de la Nación”, donde se presenta sábados y domingos para realizar esa labor que no es pesada para ella.
“Mis hijos se enojan, dicen no debo de salir a hacer eso, porque tienen miedo de que quede tirada en la calle, por el problema de salud que enfrento, pero me les escapo y salgo a juntar el plástico; lleno como tres o cuatro costales a la semana y aunque me pagan poco saco algo de dinero para tener por si algo se me antoja, ya que no me gusta estarle pidiendo dinero a mis hijos que siempre me ayudan y se preocupan por mí”, dijo Hipólita.
Con lágrimas en los ojos, recordó que su esposo Antonio , de oficio panadero, murió hace nueve años debido a una caída que sufrió un día que salió a trabajar, y al notar que no regresaba, lo buscaron y días después encontraron su cuerpo en las instalaciones del Servicio Médico Forense de San Agustín.
“Lo extraño mucho, yo me casé cuando tenía 18 años, un año después de haber llegado a México a trabajar, ahora me hace mucha falta y aunque mis hijos de 40 y 42 años viven conmigo, salgo para distraerme y no pensar en el mal que me aqueja porque sé que cualquier día de estos voy a morir, pero mientras no quiero sentirme inútil”, afirmó la mujer trabajadora.
Mencionó que además de la recolección de pet, los días jueves se presenta en un tianguis que se instala en la colonia Nuevo Laredo, donde realiza la venta de plantas naturales que ella coloca en macetas que elabora con tapaderas de spray, pero que las ganancias son pocas ya que tiene que pagar una cuota para que la dejen efectuar su mercadeo.
“Cómo quisiera estar bien de salud, poder caminar mucho, ir a las peregrinaciones a la Villa y ver a la Virgen, además poder trabajar como antes porque ahora hasta lavar me cansa y antes del accidente no me pasaba eso, quisiera curarme de estos dolores pero no se puede, solo se controlan con el medicamento que tomo, pero no me doy por vencida, no quiero estar encerrada, quiero sentirme útil”, añadió.
Secando sus lágrimas, Hipólita platicó que aunque sabe que ya es una persona de la tercera edad y en ocasiones se siente mal de salud, no quiere ser una carga para nadie, porque aunque saque muy poco dinero a la semana por sus ventas, cuyo monto va de los 50 a los 100 pesos, cuando bien le va, se siente útil para seguir adelante y no dejarse vencer por el mal que le aqueja.