Nicolás Sánchez Rayón conserva la tradición de un oficio que está a punto de extinguirse, el ‘camotero’, como muchos le dicen al escuchar el silbido que produce su máquina de vapor al ir circulando por las calles de varios municipios.

Un peculiar sonido se escucha por las noches a lo lejos en poblados como Amecameca, Ayapango, Tenango del Aire, Chalco, Ozumba, donde Nicolás, junto con algunos familiares, son los encargados de que este típico sonido no se extinga.

La venta de camotes en carritos de lámina, replica de la estructura de una locomotora de vapor, por muchos años ha sido el deleite para que muchas familias por las noches consuman este producto que no solo es un postre, sino tiene muchas vitaminas y es recomendado para algunas enfermedades.

Nicolás, oriundo del municipio de Tenango del Aire, tiene en este oficio más de 25 años recorriendo las calles de los poblados, quien afirma que diario camina entre 12 y 15 kilómetros para vender los tradicionales camotes y plátanos con lechera, azúcar, canela y chochitos de sabores con los que lo preparan.

De las cuatro de la tarde a las once de la noche es su jornada laboral, misma que Nicolás camina por las calles haciendo silbar su carrito, el cual se logra escuchar desde varias cuadras a la redonda por su fuerte sonido que produce al pasar el agua por un tubo caliente que la convierte en vapor y al momento de salir por un orificio este produce un sonido sin igual.

Nicolás recuerda que el primer carrito que compro le costó aproximadamente 10 mil pesos, el cual con mucha alegría trabajaba sin pensar que el oficio de vender camotes es muy pesado por el caminar por las calles de los pueblos, a veces con mucho frio, pero el amor a este trabajo lo ha llevado a sus más de 25 años de donde ha sacado el sustento de su familia.

“Trabajaré en este oficio hasta que Dios me preste vida”, finalizó Nicolás.